Una reforma, unas tripas y un montón de libros sin terminar 🥖🎂📚🔨
Octubre, noviembre, diciembre y principios de enero de 2025
¡Hola! bienvenidos y bienvenidas un día más a este espacio en el que escribo rápido y sin pensar mucho sobre lo que he estado leyendo. La verdad es que han sido unos meses un poco complicados. No sé si habéis experimentado ya el gozo que supone verse inmerso en la reforma de una casa, pero recomiendo cogerlo con pinzas, mucho tacto y muchísima más paciencia. Ahora mismo, el albañil ya se ha ido pero todavía no ha llegado el pulidor, así que nos encontramos en un limbo algo incómodo pero que en el día de hoy, ha permitido que yo me acuerde de que esto existe, así que vamos allá.
Os cuento que hay unos buenos pocos, pero que solo he terminado dos: La experiencia de leer de C.S Lewis que empecé en verano y Los Guardianes de Sara Manguso que leí en una tarde. Después os cuento más sobre ellos, voy a llevar un orden más o menos cronológico de las lecturas.
¡Ana Karenina! Yo estos meses estoy regulín, pero aquí mi amiga Ana y todo el grupito mejor la verdad es que no creo que estén. He avanzado muy poco desde la última vez que nos vimos por aquí. Voy por la página 511 y aquí andan discutiendo sobre el gran tema de Rusia, sin, yo creo, tener muy claro de qué están hablando (el campo, los trabajadores, las tierras…). PERO: Levin se ha vuelto a encontrar con Kitty y han estado hablando mucho, gran parte en código secreto para que el resto de gente que estaba en la reunión no los pillara (e imagino que porque Tolstoi no tenía ninguna gana de tener que escribir toda una reconciliación bastante compleja y que, personalmente, creo que se la traía al pairo). Estoy bastante emocionada porque quedan otras quinientas páginas y aquí puede pasar de todo. Incluso tengo ciertas esperanzas de que convierta a Kitty en un personaje de verdad. Lo más seguro es que no, pero ¿y si sí? ¿y si Kitty termina con unos cuantos de sentimientos y opiniones completas y complejas? Lo veremos.
Empecé Mónica, de Daniel Clowes. Con traducción de Alberto Gª Marcos y César Sánchez para Fulgencio Pimentel. Leí las primeras 50 páginas, pero la verdad es que no estoy muy acostumbrada a leer cómic, mucho menos con estas dimensiones, así que se me hizo un poco engorroso (lo más seguro es que sea más cómodo leerlo sentada que en la cama). Con la historia pues la verdad es que no sabría deciros de qué va pero está guay. Ese día dejé de leer porque me generó cierta ansiedad (me pasa mucho, casi con cualquier libro) pero tengo firme intención de terminarlo, aunque sea poco a poco.
La señora Dalloway, de Virginia Wolf, lo empecé a mediados del año pasado. Lo cogí de la biblioteca municipal, pero no lo terminé en el primer plazo, así que lo devolví y allí se quedó. Ahora a finales de año, encontré la edición de Akal (con traducción de Julio Rodríguez Puértolas) y he vuelto a empezarlo. No es mi primer libro de Virginia Wolf. Las Olas es uno de mis libros favoritos y uno de los pocos a los que vuelvo constantemente a releer algunas partes, pero me da la sensación de que me está costando más trabajo pillar el ritmo para leer de forma más fluida. Creo que la noto más insegura en la escritura, pero tampoco es que esté yo ahora mismo en el mejor momento para leer tranquila y concentrada. Voy por la página 68, todavía no he llegado más allá de donde llegué la primera vez. Muchas ganas de leerlo entero.
También he vuelto a empezar Los desposeídos, de Ursula K. Le Guin, con la traducción de 1983 de Matilde Horne en Minotauro. Tengo muchas ganas de leer a Ursula K. Le Guin, pero he leído muy poca ciencia ficción y creo que no tengo, aún, el hábito para cogerlo y no soltarlo. Voy por la página 89. Y mientras escribo esto estoy pensando que podría darle un empujoncillo y leerlo en este mes/principios del siguiente. Ya os contaré.
Crudo, de Anthony Bourdain y traducido por Rocío Valero en Planeta Gastro se ha convertido en mi libro perfecto para ir al médico. ¿Tres horas esperando? dos de ellas al menos leyendo a este hombre rajar sobre el mundillo gastronómico y su industria. No necesita mucha concentración y es muy entretenido. Bastante divertido cuando, además, estás haciéndote una prueba para ver qué pasa en tus tripas. Con este voy por la 137, solo lo cojo cuando toca esperar fuera de casa.
Comentaba que he terminado de leer dos libros. Uno de ellos lo leí en una tarde (con un descanso de una hora porque me sentía muy abrumada). Los guardianes es el último libro publicado en español de Sara Manguso, con traducción de Julia Osuna Aguilar para Alpha Decay. En Los guardianes Manguso habla de su amigo Harris y como un día se escapó del centro donde estaba ingresado por su tercer brote psicótico y se tiró a las vías del tren en la estación de Riverdale donde fue atropellado muriendo en el acto. Es así como empieza, por el final de Harris y el principio de lo que la lleva a escribir el libro tres años después. El duelo es algo complejo, poco definido si pensamos un poco en ello. Lo que lo sustenta, el tiempo y los caminos que se transitan es algo personal e intransferible. Aquí no se habla del duelo en general, sino de uno muy concreto, con nombres y apellidos. Tampoco se habla solo y directamente del duelo. Puede resultar complicado de leer, sobre todo si nos encontramos inmersos en los nuestros, pero en sus casi 100 páginas Manguso habla de muchas cosas. Con mucho amor, respeto por su relación con su amigo y muy poco sentimentalismo (si lo entendemos como el truquito para pegarnos el pellizco). Es cortito y no me gusta tampoco hablar de las cosas que hay en los libros, pero tiene una parte en la que habla de la vulnerabilidad del paciente psiquiátrico medicalizado que es importantísima para entender qué está pensando Manguso y desde donde y qué podemos pensar nosotros en una hipotética (o no) situación parecida. Me ha gustado mucho. Dicho esto, aprovecho para recomendaros Gente muy fría, de la misma autora que se publicó en español hace un par de años también en Alpha Decay. Muy, muy dura, pero muy buena también.
Me gusta mucho el pan y también me gusta cocinar, así que un poco desde siempre ha estado entre mis fantasías recurrentes el hacer mi propio pan. Pasar unas cuantas horas como jugando con plastilina mientras un rayito de sol te da en la cara…top diez de ensoñaciones. Pero la realidad es que cada vez que he hecho alguna masa dura (pizza, pasta, masa de empanadillas…)no han salido como debería (no se me da bien seguir recetas). A esto le sumamos que en consecuencia de lo que contaba antes de mirarme las tripas, me han recomendado que reduzca el consumo de gluten ¡que reduzca el consumo de gluten! Así que he vuelto a coger mi El libro de pan y Pan Tartine (los Reyes Magos saben mucho), ambos de Chad Robertson (este último traducido por Iván Yarza, el primero por Rosa Llopis Lanuza para Col&Col). Son básicamente dos libros de recetas de masas de pan y alguna que otra cosa más, pero al principio de ambos hay una parte en la que explican cosas bastante interesantes (y necesarias) si vas a meterte en algún momento a hacer pan (o curiosas si simplemente te interesa el tema como lectura). Todo esto porque hace unos años vi Cooked y se me quedó grabado a fuego lo que dijo en el capítulo dedicado al aire Richard Bourdon: mayor tiempo de fermentación de la masa, mayor capacidad para ser digerido sin dificultades (y más nutrientes) porque el gluten se vuelve más amable, por explicarlo de forma simple. Fue una sorpresa ver en el libro que Robertson estudió con Bourdon, así que me viene todo estupendo para, pronto, empezar mis experimentos con el pan. Deseadme suerte.
La experiencia de Leer, de C. S. Lewis con traducción de Amado Diéguez en Alba. Es el segundo libro que he terminado en estos días, aunque este lo empecé el verano pasado. Me gusta leer, pero también soy de las que le gusta pensar y leer sobre leer. Un poco como la etiqueta de Marc Jacobs, pero así son las cosas. Me ha gustado mucho, llegué aquí porque Susanna Clarke nombra a C. S. Lewis en sus entrevistas y me metí en la Ebiblio a mirar qué podía leer de él. Aquí Lewis habla exactamente de eso, de lo que significa la experiencia de leer para unos, para otros y para el de más allá. También sobre relación del arte y el entretenimiento y los dilemas siempre presentes entre buena lectura vs mala lectura, buen libro vs mal libro, arte vs entretenimiento… todo calentito, calentito. La verdad es que no sé muy bien qué esperaba encontrar, pero me ha sorprendido bastante encontrarme a un señor en 1961 diciendo: “vamos a calmarnos un poco, hablando se entiende la gente”. Habla de temas muy actuales, de esos que creemos que solo son actuales ahora, pero que resulta que llevan siéndolo lo menos un siglo. A mi, la verdad, es que me reconforta mucho cuando leo los mismos problemas y reflexiones que se tienen “en esta sociedad en la que vivimos” descritas hace un porrón de años. Y mucho más cuando se hace, bajo mi opinión, tan bien hecho. He leído algunas reseñas quejándose de que es machista y lo es, pero la verdad es que creo que lo es bastante menos que algunos señores con gafas y calvas que escriben columnas sobre estas cuestiones ahora mismo. Si os interesa el tema, os lo recomiendo.
El bosque, de Anne Sverdrup-Thygeson y traducción de Ana flecha Marco del noruego para Barlin libros (cortesía de los Reyes Magos) lo tiene todo para que me guste: muchas plantas, muchos bichos y una señora que sabe mucho de lo suyo explicándomelo todo muy despacito. La única forma de hacerme lectora de ensayo habitual ha sido con la naturaleza. En el número de los libros de agosto ya os contaba mi viaje con los ensayos sobre naturaleza. Este lo he empezado por no poder aguantarme. He leído unas 40 páginas, pero la verdad es que me lo estoy guardando para cuando vuelva a mi casa. Pensar en leer un capítulo metida en mi cama antes de dormir y cerrar los ojos con la cabeza llena de bichos y plantas me llena de todas cosas quiero.
Hace poco fue mi cumpleaños y ahí llegó (acompañado) Orquesta, de Miqui Otero. Escuchamos una recomendación muy efusiva en un podcast y lo apunté como posible lectura. Lo empecé hace dos o tres días y, la verdad, lo primero que pensé al cerrarlo (después de 30 páginas) es que podría ser el libro favorito de Carlos del Amor. Dejo a vuestra imaginación lo que esto pueda significar. Voy a seguir leyéndolo, o por lo menos intentándolo.
Y hasta aquí las lecturas de estos meses. La verdad es que es posible que haya leído más información médica que con todas estas cosas juntas pero a no ser que llegue un momento en el que solo lea artículos académicos sobre lo que ocurre en mi cuerpo, prefiero dejarlas un poco donde tienen que estar, sin ocupar más espacio del que ya lo hacen.
Espero volver pronto y que estéis bien.
Un beso,
Ang.
gracias por todas las recomendaciones! <3